Si pudiéramos observar la Tierra desde su satélite natural,
la Luna, luciría como un planeta apacible, una esfera azul salpicada por masas
de nubes sumida en una aparente e inalterable calma.
Las grandes cuencas oceánicas y los mares, los continentes,
las islas y los hielos perpetuos de los polos parecerían inmutables. Quizá tan
sólo el movimiento de las nubes nos daría la impresión de que algo en ella
cambia.
Mirando desde ahí, tal vez muy pocos sabrían que la
apariencia actual del planeta es el resultado de la acción acumulada, a lo
largo de varios miles de millones de años, de fenómenos naturales como los sismos,
las erupciones volcánicas, los huracanes, la erosión causada por el viento y el
agua, así como por la actividad de los seres vivos.
Esas fuerzas siguen modificando nuestro planeta: crean
nuevas tierras y desaparecen otras, modelan las costas, remueven y alteran la
vegetación y permiten la evolución de nuevas formas de plantas, animales y
microorganismos. Nuestro mundo no es estático, está en continuo cambio.
La Presentación que continuación se muestra, permite una ubicación conceptual de las temáticas tratadas en esta pagina.