Los animales, las plantas, así como
todos y cada uno de nosotros somos diferentes. Esto es una expresión de lo que
se llama diversidad genética, y que también puedes apreciar en los diversos colores
y formas de los insectos, en los colores de la piel y los ojos humanos, así
como en las tonalidades del pelo de los animales e, incluso, en los sutiles
cambios en los cantos de los canarios y otras aves.
La diversidad genética es resultado
de la variación en el contenido de la información genética que cada organismo
tiene en el ADN* de sus células.
El ADN es como una base de datos en
donde se almacenan todas las características de un organismo -como su color de
pelaje y ojos-; todo ello en la forma de pequeños paquetes conocidos como
genes. Las diferencias en el contenido y la cantidad de paquetes es lo que, a
fin de cuentas, distingue a cada una de las especies. Estos genes los heredan
de sus padres, que a su vez los heredaron de sus abuelos, de tal manera que la
diversidad genética es el resultado de la acumulación de mezclas de genes
ocurridas a través del paso de muchas generaciones.
El hombre ha utilizado la
diversidad genética para su beneficio, principalmente para la obtención de variedades
animales o plantas con características particulares que resultan de utilidad.
Por ejemplo, la gran variedad de tipos de maíz, chile, calabaza, jitomate o papa
que puedes encontrar en el mercado son resultado de la cruza selectiva que los
agricultores han realizado durante muchos ciclos de siembra, con lo cual han
buscado mejorar su sabor, color, e incluso, sus propiedades nutrimentales.
Tipos de maiz
Tipos de maiz